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viernes, 18 de febrero de 2011

"EL DÍA DEL LOCUTOR", CAYCHO Y CARMELINO EN CASA DE SERVÁN. "8 DE DICIEMBRE 2010".

Fie el 8 de Diciembre de 2010. Una cita que se ha hecho tradicional en nuestro hogar y que congrega a viejos colegas y amigos para rendir homenaje al trabajo que ejercimos César Augusto, mi hermano, y yo. Novedad fue la visita, por vez primera, de dos compañeros de la promoción 58 del emblemático Colegio Nacional "Ricardo Palma de Surquillo: Hernán Caycho y César Carmelino. Hicieron realidad mis sueños de tenerlos en casa. Ellos son brillantes propulsores de "La Hermandad Palmista".

Consecuencia de esta celebración del Día del Locutor, hoy se frecuentan a través de Internet con Roberto Salinas Benavides, quien siempre me agradece aquella dichosa oportunidad. En mi blog "Locutores en el Perú", reseñamos este acontecimiento. Hoy lo vuelvo a hacer en "Saludos". En medio de esa alegría, tuve que lamentar la no presencia de Alfredo Filomeno Jarrín y Ernesto Ráez Mendiola, este último que se había anunciado como fijo pero, por esos imponderables que nunca faltan, nos privó de verlo.

Ya con más serenidad debo pedirles disculpas a Carmelino y Caycho. Nuestra vieja sombrilla había mancado y no hubo tiempo, ni la nueva, para reemplazarla. El Sol quemante de Carabayllo, elevó la temperatura e hizo que la voz del locutor de la "Promo 58", ya venida a menos con una tremenda ronquera, no se hiciera oír. Fue víctima de sus rayos y ocasionó mi preocupación. Bueno, la realidad es que todos nos "soleamos" y supimos adaptarnos al momento y disfrutar de una reunión de amigos a todo dar. Gracias muchachos.

En una esquina de ese ring imaginario, dos personajes se confundían en coloquial diálogo: Hernán Caycho y Roberto Salinas. Fallé en no presentarlos como se merecían. No había programa ni libreto. Craso error. Al animador "Beto" Cadenas, en medio de mi alegría, no lo orienté para que lo destaque. Luego de separar huesos de los "plumíferos" que se sacrificaron a la brasa, se iba a producir nuestro Show. Comprendí que nos ganaba el tiempo y César y Hernán se despedían casi sorpresívamente.

Los retuve para dedicarles mi actuación y quedó incompleta y mi ego defraudado. Los adioses llegaron y los "ricardo palminos" enrumbaron de vuelta a sus destinos. Recuerdo que, como si deseara quitarme una espina, me entregué a mis teclados y me reencontré con páginas musicales que añoraba. Toqué de todo. Una seguidilla de melodías, incontenible. Me lamentaba de que César y Hernán no disfrutaran de este desfile que, según todos, antes no había sucedido. Desde este blog, a ellos mil perdones y para otra vez será. Gracias.

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