"La Amistad" |
Hoy sábado 21 de Mayo, tuvimos una gratísima oportunidad de experimentar que la amistad nunca muere. Me refiero a la que se logra en buena lid y sin ningún interés. En la década de 1960, manteníamos una audición en la que fuera Radio Central, la emisora más popular. Noches diarias con la música de Leo Dan, Leonardo Favio y todos aquellos intérpretes que son siempre recordados gratamente. Concurría un par de muchachos que, además de ser aficionados a la música, eran estudiantes y bomberos.
Carlos Mansilla y Eduardo Regalado, a los que me refiero, en efecto hacían su ronda y a modo de lograr entretenerse y siempre atentos a las emergencias, llegaban a los estudios de Central y rápidamente, como eso que se dice "amor a primera vista", anclaron en esa añorada cabina de locución. Carlos, muy movido y con grandes deseos de ser locutor y Eduardo, muy singular, haciendo magia en las noches frías. Dos personajes que pasó el tiempo, hubo una gran pausa y que, finalmente, nos reencontramos en este mundo cibernético.
¡Seco de cabrito para tres! |
Hoy tuve el gusto de llegar a la residencia de Carlos y conocer a su esposa Lucía. Dama sencilla y hecha a la medida de mi amigo. Tal para cual. Disfrutando de lo que el trabajo y el esfuerzo les dio y conservando la sencillez propia de los grandes. Fue la antesala al almuerzo planificado por Carlos para el reencuentro con Eduardo, a quien no veíamos desde aquellos lejanos tiempos. En efecto, nos despedimos de Lucía y fuimos en busca de Lalo. Conduciendo su poderoso, Carlos ubicó rápidamente a Eduardo.
¡Chichita Morada! !SALUD! |
A escasos diez minutos abordó el vehículo el extrañado y siempre alegre Eduardo Regalado Vercelli. Tan igual como siempre. Risueño y amable y contándonos en el camino muchas anécdotas y peripecias de su vida. Me obsequió un disco titulado "Vino y Violín", que todavía no he oído, y nos dirigimos al sur, al lugar del "merecumbé", en Barranco, que resultó el restaurante "Las Mesitas" en Grau. Llegó la carta y salió al toque el pedido: ¡Cabrito a la norteña y para tres! Chichita morada y música.
Una singular pianista nos regaló música criolla y muy bien interpretada como regalo de sobremesa. Entre anécdotas y un público comensal de tradición, transcurrió este agasajo a la amistad. Fui el "beneficiado" por decisión de estos dos grandes amigos y reafirmo que ha sido un homenaje a aquellos inolvidables años de nuestra juventud. Importante acto que nos llena de regocijo y que reafirma que la amistad conseguida con sinceridad y nobleza, jamás muere. Gracias Carlos y Eduardo. Sencillos hasta que Dios diga. Gracias.
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